El debate naturaleza vs. crianza es una de las cuestiones más antiguas de la ciencia, y hay argumentos para ambas partes. Sin embargo, ahora sabemos que los genes no determinan la capacidad de un individuo para aprender o alcanzar todo su potencial en la vida.
Aunque gran parte de nuestro comportamiento está influenciado por nuestros genes, esto no significa que no haya posibilidades de cambio a lo largo de nuestra vida; la plasticidad nos permite adaptarnos y modificarnos en función de los cambios de nuestro entorno a lo largo del tiempo.
Al igual que un árbol adquiere su forma óptima a medida que se desarrolla desde la plántula hasta la edad adulta, el entorno desempeña un papel importante a la hora de determinar el éxito que tendrá cada individuo a la hora de alcanzar su máximo potencial mientras optimiza sus habilidades innatas.
Gran parte de la variación entre las personas se debe a nuestros genes, pero eso no significa que no haya lugar para el cambio.
«No todo está en los genes» es una frase que probablemente escuche en las conversaciones y vea en los titulares, pero ¿qué significa?
La mayoría de la gente piensa en sus genes como algo sobre lo que no tiene control. Piensan que el destino de una persona está determinado por su ADN al nacer, por lo que no tienen más remedio que aceptar lo que el destino les depare.
Pero esto no es cierto: aunque la mayoría de tus características se deben a tus genes, puedes cambiar y desarrollarte a lo largo de tu vida. Hay muchas cosas que influyen en el desarrollo de una persona, por ejemplo:
- Los estudios sobre gemelos demuestran que las personalidades de los gemelos idénticos son similares aunque vivan separados. Los niños adoptados comparten más rasgos de personalidad con sus padres biológicos que con sus padres adoptivos. Los genes y el entorno interactúan entre sí: algunos rasgos dependen tanto de los genes como del entorno (por ejemplo, la inteligencia), otros sólo dependen de la composición genética (por ejemplo, el color del pelo).
Los genes crean una base biológica, pero no dictan el comportamiento.
La relación entre los genes y el comportamiento es compleja. Los genes crean una base biológica para el comportamiento, pero no lo determinan. El término «naturaleza frente a crianza» no explica del todo esta interacción entre la biología y la experiencia porque ambas son necesarias para entender la naturaleza humana.
Los genes se heredan de nuestros padres y se transmiten de generación en generación, pero también son mutables, es decir, pueden ser modificados por factores ambientales (entre organismos) durante el desarrollo o a lo largo de la vida. Todos los rasgos que surgen de una combinación de genes y entorno -incluida la inteligencia- se denominan rasgos poligénicos porque en ellos influyen muchos genes diferentes.
Los genes se heredan, pero también son mutables.
Lo primero que hay que decir es que los genes se heredan, pero también son mutables. Esto significa que la composición genética de un organismo puede modificarse por diversos factores, entre ellos las mutaciones. La mutación de los genes es la base de la evolución, ya que es la forma en que los organismos se adaptan mejor a su entorno a lo largo del tiempo.
Sin embargo, no todas las mutaciones genéticas son buenas para nosotros. De hecho, algunas pueden causar enfermedades u otros efectos negativos en nuestra salud y bienestar. Por ejemplo: si sus padres tenían la enfermedad de Huntington, hay un 50% de probabilidades de que usted la herede cuando tenga hijos, porque es autosómica dominante; si uno de los padres tiene diabetes, hay un 50% de probabilidades de que su hijo la herede también, porque es autosómica recesiva.
Los genes y el entorno (entre los organismos) interactúan entre sí y se modifican mutuamente.
Los genes y el entorno no son independientes entre sí. Tanto los genes como el entorno se influyen mutuamente, por lo que es imposible determinar si uno de ellos es más importante. Los genes y el entorno interactúan entre sí. El entorno influye en la expresión de los genes (el proceso por el que la información de un gen se utiliza para dirigir la producción de proteínas). Los genes también influyen en el medio ambiente al afectar a la forma en que un organismo interactúa con su entorno (por ejemplo, la dieta).
Diferentes entornos crean diferentes tipos de presión de selección, lo que conduce a diferentes estructuras genéticas en diferentes entornos.
De la misma manera que los diferentes entornos crean presiones de selección en los animales, también crean diferentes presiones de selección en los seres humanos. El entorno en el que usted nace puede determinar su nivel de educación, su trayectoria profesional y, finalmente, su éxito en la vida. Todos estos factores ambientales pueden considerarse parte de su composición biológica.
Estos dos aspectos de la biología de una persona -los genes y el entorno- no se excluyen mutuamente, sino que coexisten para producir un individuo que es único con respecto a todos los demás. De hecho, hay pocas cosas más importantes que los genes y el entorno a la hora de determinar lo que nos hace ser quienes somos hoy.
La plasticidad permite la flexibilidad en respuesta a las presiones ambientales y a los factores de estrés.
La plasticidad permite responder con flexibilidad a las presiones y los factores de estrés del entorno. La plasticidad es la capacidad de cambiar, adaptar o modificar la propia respuesta a lo largo del tiempo. Es algo bueno porque nos permite responder con flexibilidad a las circunstancias cambiantes.
Uno de los conceptos más importantes para entender cómo interactúan los genes y el entorno se llama *plasticidad*. La plasticidad se refiere a nuestra capacidad como humanos de cambiar y adaptar nuestros comportamientos en función de nuestras experiencias. Por ejemplo, si de niño no le gustaba el brócoli, pero ahora le encanta de adulto, esto sería un ejemplo de plasticidad: sus papilas gustativas cambiaron con el tiempo a medida que su cerebro se acostumbró (o se hizo «plástico») a comer brócoli con más frecuencia.
Las experiencias vitales pueden influir en la expresión y regulación de los genes.
El genoma no es estático, es dinámico. Puede ser modificado por el entorno de varias maneras.
La primera forma en que el entorno influye en la expresión y regulación de los genes es a través de la interacción directa con el ADN. Por ejemplo, si usted fuma cigarrillos, esto cambiará directamente la estructura de su ADN y aumentará su riesgo de cáncer. Por otra parte, la exposición a determinadas sustancias químicas también puede cambiar directamente los genes de forma negativa (por ejemplo, si se expone al plomo).
La segunda forma en que el entorno puede influir en la expresión de los genes es modificando las proteínas histónicas de los complejos de cromatina que rodean a las moléculas de ADN en el núcleo de las células (este proceso se conoce como epigenética). Estas modificaciones influyen en el empaquetamiento de los cromosomas en el interior de las células; un empaquetamiento apretado conduce a un aumento de la actividad génica, mientras que un empaquetamiento más flojo conduce a una disminución de la actividad (lo que se traduce en una regulación a la baja).
La «crianza» puede ser tanto interna como externa; no se trata sólo de la crianza o de la sociedad.
La crianza es algo más que los factores externos de nuestra vida, como la educación y la sociedad. La crianza puede ser tanto interna como externa; no se trata sólo de la crianza o de la sociedad. Por ejemplo, algunas personas pueden tener una predisposición genética a desarrollar esquizofrenia, pero si crecen en un entorno en el que se les anima a expresarse y a tener relaciones sanas con los demás, esto puede ayudarles a evitar que desarrollen una esquizofrenia en toda regla, aunque su genética les haga más propensos a ello (Hodgins et al., 1992).
La crianza también puede incluir factores biológicos que influyen en nuestro desarrollo. Por ejemplo, los estudios han demostrado que la exposición a las hormonas del estrés mientras se está en el útero afecta a los resultados del neurodesarrollo, como el funcionamiento cognitivo, más adelante en la vida (Ocklenburg et al., 2017).
Nuestra naturaleza inherente crea una base para lo que somos, pero la experiencia de la vida nos moldea a medida que avanzamos.
Está demostrado que los genes influyen en la formación de nuestra personalidad, pero no son el único factor. El hecho de que uno nazca con determinados rasgos o los desarrolle sobre la marcha depende de la interacción de los genes con los factores ambientales. Por eso, gemelos idénticos criados por separado pueden tener personalidades similares: porque tienen la misma composición genética, que les proporciona una base común para construir sus propias identidades personales.
Aunque es imposible determinar con exactitud qué porcentaje de lo que somos se debe a la naturaleza y qué porcentaje se debe a la educación, no se puede negar que ambas desempeñan un papel importante en la creación de lo que finalmente somos.
- ¿Qué razones aduce la gente para abandonar a sus hijos? - noviembre 13, 2022
- ¿Es la naturaleza o la educación lo que nos hace ser como somos? - noviembre 13, 2022
- ¿La imagen que revela lo difícil que puede ser la crianza? - noviembre 13, 2022